
Por: Natalia Jaramillo
Publicado por: Milena Montoya
¡TODOS LOS EXCESOS SON MALOS!
¡TODOS LOS EXCESOS SON MALOS!
“Por fin alcancé la liberación sexual, ya no deseo a tipos hurgando en mi vulva.No anhelo dedos lubricándose en mi boca, ni aliento de cigarrillo y vino.Que cada cual apechugue con su olor corporal, que me dejen de vainas y "te quieros" de caramelitos de fresa y de castigos.He dado a mi cuerpo lo que pidió ahora, solamente anhelo que no me desees ni un poco siquiera.”
Anónimo.
Frases como ésta escucho con frecuencia de boca de muchos jóvenes que viven en una sociedad que supone una renovación de pensamiento y la adquisición de nuevos valores, especialmente en el ámbito sexual.
No me causa gran asombro observar que día a día se implementan nuevas visiones de la mujer que llegan a cuestionar su inferioridad y sometimiento al hombre, pues se puso de moda el cortejo y una mentalidad más abierta; porque es usual que exista la manifestación de sentimientos y una tendencia a la liberación sexual.
Lo anterior me lleva a pensar que los jóvenes no buscan comprometerse por el temor a caer en dichos sometimientos, pues para ellos es más fácil establecer una relación sentimental o simplemente una amistad para construir espacios en los que puedan compartir con otras personas sin ser juzgados y experimentar actividades para hacer de su intimidad, algo excepcional y satisfactorio.
Históricamente en nuestra cultura siempre hemos buscado encontrar una pareja “perfecta”, especialmente cuando se espera que ésta sea heterosexual y monógama, pero nunca hemos pensado que independiente de la identidad sexual se puede encontrar un ser que llene nuestras expectativas y las suyas, ya que nos encontramos inmersos en una sociedad que aún anhela que para que haya amor no existan los amantes y las relaciones sexuales con terceros; desconociendo que muchas de estas relaciones pueden tener más probabilidades de funcionar, si de parte de ambos se expresan cariño, interés, confianza y respeto aunque dichos elementos funcionan mejor cuando se establecen amistades que en ocasiones no tienen limitaciones.
Es normal encontrar que los adolescentes inicien su vida sexual precozmente y que utilicen sus expresiones sexuales como muestra de vigor, hombría, madurez e independencia, sin saber el verdadero significado que ésta puede traer para sus vidas. Por ello muchas veces suele convertirse en el exhibicionismo que lamentablemente se vivió en tiempos pasados, pues basta con ver algunos medios de comunicación que traten sobre el tema para comprender que muchos jóvenes se enorgullecen de su vigor y hasta de su ambigüedad sexual, pero después se convierten en víctimas de la desadaptación, el hastío y las enfermedades venéreas.
Algunos niños entre los 11 y 12 años ya han experimentado los placeres sexuales y, qué decir de aquellas niñas que aún no se han desarrollado y visten, maquillan y actúan como “putas” sin mirar las causas que esto puede traer a sus vidas. Hoy uno de cada cinco jóvenes de América Latina se ha vuelto sexualmente activo antes de los quince, y todos esos años de escasa educación sexual han contribuido sin duda a incrementar la tasa de embarazos en adolescentes en vez de disminuirla.
Es en este punto donde encontramos que la liberación sexual también se encuentra marcada por el uso de métodos anticonceptivos que marcó el inicio del feminismo y que ha puesto fin a la superioridad del hombre en materia sexual, al ofrecer a las mujeres la posibilidad de decidir si desean o no tener hijos, pero en realidad esta liberación también ha sido para los hombres ya que con la pastilla ellos no necesitan usar preservativos.
¿Será que esta liberación sexual ha cumplido con su propósito de hacer felices, libres y de hacer sentir más vivo al hombre?, creó que es todo lo contrario, pues en este mundo cada vez más libertino el sexo tiene un bajo compromiso, la unión libre ha reemplazado al matrimonio y la poca durabilidad de las relaciones hacen que tanto hombres y mujeres sean desconfiados y resentidos con los demás. Pero esto no es lo peor, algunas mujeres adultas no se sienten satisfechas consigo mismas por el hecho de haber dejado a un lado su niñez y adolescencia por tener más experiencia.
Otro aspecto que ha degradado la dignidad de la persona y que es motivo de orgullo para muchos, es tener sexo sin sentimientos pues solo se espera dar y obtener placer y excitación.
Estas pérdidas son el verdadero fruto de la libertad sexual, y ninguna actividad las podrá compensar. Al evaluar el alcance de las pérdidas, podemos comenzar a pensar cómo reparar el daño que la revolución sexual nos ha causado.
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