miércoles, 4 de junio de 2008

CUANDO EL ESTRÉS ATACA

POR CRISTINA MONTOYA

Todos alguna vez en nuestra vida nos hemos enfrentado a diferentes situaciones un tanto agitadas o de presión, que hace que sintamos efectos de cansancio, furia, euforia, ansiedad y demás estados que son producto del estrés, pero ¿qué tanto conocemos de esta reacción de nuestro cuerpo? Pues bien, parte de las investigaciones adelantadas por El Dr. Hans Selye, padre de los estudios sobre el estrés, afirmó que éste es lo que da "sabor a la vida" aunque nos parezca curioso pensar esto, sobre todo de algo que nos resulta en muchas ocasiones demasiado "salado" o "picante" para considerarlo "sabroso".

Sin embargo el Dr. Selye no solo justificó su afirmación explicando que el estrés es una respuesta fisiológica necesaria e imprescindible de nuestro cuerpo, sino también aclarando que un nivel normal de éste es deseable y aconsejable porque nos permite sobrevivir y evolucionar: “sin él aún estaríamos al nivel de desarrollo de los hombres de las cuevas”.

Esta preparación es una respuesta genérica no-especifica del cuerpo a la situación amenazante y tiene como objetivo llevar el cuerpo a un estado general de "emergencia" más efectivo y eficaz para enfrentarse a retos, amenazas y situaciones difíciles. Esta reacción no-especifica de respuesta es el estrés: nada más que un mecanismo fisiológico.

Los cambios que el cuerpo pone en marcha son muy profundos: cambios hormonales, aceleración de latido y respiración, redirección de la sangre desde áreas menos importantes (como el aparato digestivo) hacia áreas vitales (como corazón y pulmones) solo son las más evidentes y sencillas. Este estado es muy útil para la emergencia, pero es muy dañino si se convierte en la norma de nuestra vida.

Sin embargo el estrés no es una situación, sino la reacción interna del cuerpo a esta situación. La diferencia establecida a partir de estos estudios es fundamental, porque da el poder de manejar el estrés en las manos y no en la situación: si se consigue controlar la reacción interna, se conseguirá que las situaciones externas no sean estresantes, o lo sean menos.
Dado que muchas de estas causas pasan desapercibidas por nuestras mentes, la única manera de reconocerlas es a través de las reacciones que causan en nuestro cuerpo. Cuando percibes señales de estrés en tu cuerpo, pregúntate que situación te está "amenazando".

Para esto, se recomienda escribir una lista de las pequeñas señales físicas, emocionales y de comportamiento que sabemos que indican un aumento del nivel de estrés: corazón acelerado, sudor excesivo, nausea, fatiga, mal sueño, manos frías, boca y garganta secas, cambio de tono de voz, dolor de cabeza, tensión muscular, irritabilidad, falta o dificultad de concentración, muchos resfriados y gripe, descuidado personal, mal humor, entre otros episodios que pueden desencadenar en posteriores depresiones y con ésta, muchos casos de suicidios.

De esta manera se recomienda tomarse todas las estas situaciones con calma, hacer algo de ejercicio, descansar más y reconfortarse en paseos al aire libre, compartir al lado de amigos o familiares, entre otras actividades que pueden compensar los efectos nocivos del exceso de estrés.

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